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🌼 lunes 29 abril 2024
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Juan Miguel Ortuño, fotógrafo

Juan Miguel Ortuño y Martínez por parte de madre es una persona bastante peculiar. Por lo que me habla su hermana Delfina, casi antes de empezar a andar, con tanta imaginación, ya era creativo.

Me cuenta que se inscribió en un curso de fotografía en la Universidad Popular de Yecla impartido por Paco Ripoll, “Tani” (hijo), donde principalmente aprendió el manejo de la cámara. Fruto de ese taller ganó una cámara fotográfica, y como le entusiasmó, pues se dijo que a aquello habría que sacarle punta.

A mi protagonista le encanta la fotografía y por tanto lo que puede captar si conviene ser retratado, allí está él para plasmarlo. Como si fuera la punta de un triángulo, entre cámara, imagen y fotógrafo, la fotografía para él, es una emoción relevante mediante la cual expresa aquello que su retina ve.

A Juan Miguel siempre le han gustado las artes gráficas, tarea que profesa desde cuando su madre le apuntó a dibujo, y despertó la raíz de un instinto que le llevó a dibujar muchos comics y trabajar luego durante un tiempo en la antigua Imprenta la Levantina, y de ahí a YeclaGrafic, donde hasta ahora realiza su actividad laboral.

Al igual que aquellos adolescentes y jóvenes de entonces que tenían muchos pájaros, circunstancia que ojalá permanezca siempre, le gustaban los campamentos. En un contrapié de la vida falleció su hermano pequeño, Fran, y aquello seguramente le llevó al poco por caminos más o menos escarbados.

Casi haciendo de centinela, alguna vez la madrugada le ha despertado por cierto lugar recóndito, como el despertar de los animales que esperan la salida del sol, y al dormir poco, eso tampoco es una razón para seguramente echar un “clisico” y hacerlo en otro momento del día. Dice que las fotografías de noche son magníficas. Asunto que requiere tiempo, y mucho, puesto que hay que estudiar las fases de la luna.

Dentro de su libertad de movimientos le gusta retratar a su familia -aquí pueden ver una preciosa foto de su sobrina Erika con una simple manzana-, imagen que fue distinguida en su día por la Comunidad Autónoma de Murcia en un evento de gimnasia rítmica.

Erika y la manzana
Foto: Juan Miguel Ortuño

Le fascina recorrer las viejas casas de labranza y, aunque se puede desenvolver en cualquier escenario, se decanta por lo rural frente a lo urbano y si no se despoja de su cámara, predominan en su arte los viñedos, y todo lo que conlleva la elaboración de los vinos. Unas tijeras de podar, de vendimiar o un sacacorchos, unas cepas y un racimo de uva, dan mucho jugo y juego para sus fotografías, que, aunque no soy un entendido, se caracterizan por los paisajes, luces y coloridos, dando la evolución precisa al concepto de fotografía.

“Hace tiempo que conocía un paraje, una casa derruida de labranza destechada y ruinosa, cuyo mayor interés era una antigua ermita. Huérfana de campana y expoliada en numerosas ocasiones, triste testimonio de una pasado rural ya olvidado, sepultada bajo los escombros y la codicia del hombre.

Ahora, la casa es como un anciano de piernas astilladas que intenta levantarse, casi incapaz de soportar su propio peso, reconstruida parcialmente, tratando de disimular las cicatrices del tiempo. Pero, ahora, hay vida entre sus muros”.

Escombro.

Muchas bodegas y museos con diversas esencias de las muestras de Juan Miguel, dentro y fuera de nuestra geografía, han dado buena cuenta de sus temas, donde los jurados en las respectivas categorías han revelado y valorado su trabajos y trayectoria. Las Fiestas Patronales y todo aquello que conllevan alrededor, también se incluyen en su “currículo fotográfico”, especialmente el cartel anunciador de las Fiestas de la Virgen del año 2015.

“El Rioja y los 5 sentidos”, Los sueños del vino”; “Beber con los ojos”, son algunos de los títulos que enmarcan lugares donde sus trabajos se han dejado ver, en estos maratones fotográficos y exposiciones.

Málaga, Ronda, Cuenca, Valladolid, Zamora, La Rioja, Valdepeñas, Ciudad Real, Daimiel, Miguelturra, Alcázar de San Juan, Bullas, Jumilla y Yecla, y el Museo del Vino en Francia y la Feria de Nápoles son los lugares donde han sido expuestas sus obras. Usando su facultad, como si fuera la historia de un amor con muchísimas miradas, ha conseguido numerosos premios, cosa que siempre son un estímulo. El número no lo sabe cierto, los datos mandan al relato, pero se aproxima a los 80. El importe de los premios los destina para hacer frente a la renovación de equipos.

crianza
Foto: Juan Miguel Ortuño

Me dice que ha leído muchos libros de fotografía y es muy exigente consigo mismo. Tiene varios proyectos que me cuenta a largo plazo entre seis meses y año y medio -que yo no confieso-, y sobre todo uno muy ambicioso en un mundo donde estamos saturados de imágenes y no resulta fácil despertar la atención de alguien.

Como es muy observador, mira la trayectoria de salida de su objetivo para capturar lo extraordinario. Él aporta una mirada de autor, y con su imagen parece una gotera que no cesa, con lo que todo se acentúa. Entre su cámara y él encierran un cariño con inspiración mutua.

Entrando en modo fotos, yendo por la calle va viéndolas por todos sitios: esquinas, encuadres, ángulos, sombras, personas. La fotografía tiene las reservas del sonido. La fotografía trasciende en el tiempo; nos activa la memoria.

Apasionado además de la guitarra, toca el bajo de oído, lo hace como aquellos viejos músicos que antiguamente amenizaban las bodas tocando el acordeón sin haber estudiado música: Malaspina, Sinergia o Los Michirones Eléctricos, son parte de sus variopintos grupos donde su bajo resuena en ocasiones.

primer premio juan miguel ortuno
Foto premiada de Juan Miguel Ortuño

Blog de José Antonio Ortega

José Antonio Ortega
José Antonio Ortega
"DESDE MI PUPITRE" Intento aprender cada día, y como observador atento procuro escribir un poco de todo con respeto y disciplina, de recuerdos, necesidades y de aquello que mientras pueda, vaya encontrándome por el camino, siempre dando gracias al estímulo de la vida.

Juan Miguel Ortuño y Martínez por parte de madre es una persona bastante peculiar. Por lo que me habla su hermana Delfina, casi antes de empezar a andar, con tanta imaginación, ya era creativo.

Me cuenta que se inscribió en un curso de fotografía en la Universidad Popular de Yecla impartido por Paco Ripoll, “Tani” (hijo), donde principalmente aprendió el manejo de la cámara. Fruto de ese taller ganó una cámara fotográfica, y como le entusiasmó, pues se dijo que a aquello habría que sacarle punta.

A mi protagonista le encanta la fotografía y por tanto lo que puede captar si conviene ser retratado, allí está él para plasmarlo. Como si fuera la punta de un triángulo, entre cámara, imagen y fotógrafo, la fotografía para él, es una emoción relevante mediante la cual expresa aquello que su retina ve.

A Juan Miguel siempre le han gustado las artes gráficas, tarea que profesa desde cuando su madre le apuntó a dibujo, y despertó la raíz de un instinto que le llevó a dibujar muchos comics y trabajar luego durante un tiempo en la antigua Imprenta la Levantina, y de ahí a YeclaGrafic, donde hasta ahora realiza su actividad laboral.

Al igual que aquellos adolescentes y jóvenes de entonces que tenían muchos pájaros, circunstancia que ojalá permanezca siempre, le gustaban los campamentos. En un contrapié de la vida falleció su hermano pequeño, Fran, y aquello seguramente le llevó al poco por caminos más o menos escarbados.

Casi haciendo de centinela, alguna vez la madrugada le ha despertado por cierto lugar recóndito, como el despertar de los animales que esperan la salida del sol, y al dormir poco, eso tampoco es una razón para seguramente echar un “clisico” y hacerlo en otro momento del día. Dice que las fotografías de noche son magníficas. Asunto que requiere tiempo, y mucho, puesto que hay que estudiar las fases de la luna.

Dentro de su libertad de movimientos le gusta retratar a su familia -aquí pueden ver una preciosa foto de su sobrina Erika con una simple manzana-, imagen que fue distinguida en su día por la Comunidad Autónoma de Murcia en un evento de gimnasia rítmica.

Erika y la manzana
Foto: Juan Miguel Ortuño

Le fascina recorrer las viejas casas de labranza y, aunque se puede desenvolver en cualquier escenario, se decanta por lo rural frente a lo urbano y si no se despoja de su cámara, predominan en su arte los viñedos, y todo lo que conlleva la elaboración de los vinos. Unas tijeras de podar, de vendimiar o un sacacorchos, unas cepas y un racimo de uva, dan mucho jugo y juego para sus fotografías, que, aunque no soy un entendido, se caracterizan por los paisajes, luces y coloridos, dando la evolución precisa al concepto de fotografía.

“Hace tiempo que conocía un paraje, una casa derruida de labranza destechada y ruinosa, cuyo mayor interés era una antigua ermita. Huérfana de campana y expoliada en numerosas ocasiones, triste testimonio de una pasado rural ya olvidado, sepultada bajo los escombros y la codicia del hombre.

Ahora, la casa es como un anciano de piernas astilladas que intenta levantarse, casi incapaz de soportar su propio peso, reconstruida parcialmente, tratando de disimular las cicatrices del tiempo. Pero, ahora, hay vida entre sus muros”.

Escombro.

Muchas bodegas y museos con diversas esencias de las muestras de Juan Miguel, dentro y fuera de nuestra geografía, han dado buena cuenta de sus temas, donde los jurados en las respectivas categorías han revelado y valorado su trabajos y trayectoria. Las Fiestas Patronales y todo aquello que conllevan alrededor, también se incluyen en su “currículo fotográfico”, especialmente el cartel anunciador de las Fiestas de la Virgen del año 2015.

“El Rioja y los 5 sentidos”, Los sueños del vino”; “Beber con los ojos”, son algunos de los títulos que enmarcan lugares donde sus trabajos se han dejado ver, en estos maratones fotográficos y exposiciones.

Málaga, Ronda, Cuenca, Valladolid, Zamora, La Rioja, Valdepeñas, Ciudad Real, Daimiel, Miguelturra, Alcázar de San Juan, Bullas, Jumilla y Yecla, y el Museo del Vino en Francia y la Feria de Nápoles son los lugares donde han sido expuestas sus obras. Usando su facultad, como si fuera la historia de un amor con muchísimas miradas, ha conseguido numerosos premios, cosa que siempre son un estímulo. El número no lo sabe cierto, los datos mandan al relato, pero se aproxima a los 80. El importe de los premios los destina para hacer frente a la renovación de equipos.

crianza
Foto: Juan Miguel Ortuño

Me dice que ha leído muchos libros de fotografía y es muy exigente consigo mismo. Tiene varios proyectos que me cuenta a largo plazo entre seis meses y año y medio -que yo no confieso-, y sobre todo uno muy ambicioso en un mundo donde estamos saturados de imágenes y no resulta fácil despertar la atención de alguien.

Como es muy observador, mira la trayectoria de salida de su objetivo para capturar lo extraordinario. Él aporta una mirada de autor, y con su imagen parece una gotera que no cesa, con lo que todo se acentúa. Entre su cámara y él encierran un cariño con inspiración mutua.

Entrando en modo fotos, yendo por la calle va viéndolas por todos sitios: esquinas, encuadres, ángulos, sombras, personas. La fotografía tiene las reservas del sonido. La fotografía trasciende en el tiempo; nos activa la memoria.

Apasionado además de la guitarra, toca el bajo de oído, lo hace como aquellos viejos músicos que antiguamente amenizaban las bodas tocando el acordeón sin haber estudiado música: Malaspina, Sinergia o Los Michirones Eléctricos, son parte de sus variopintos grupos donde su bajo resuena en ocasiones.

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Foto premiada de Juan Miguel Ortuño

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